domingo, 29 de diciembre de 2013

2013: El final de un año ilógico

En el año del regreso de Bianchi, Riquelme y Gago a la institución, Boca no solo no ganó ninguno título, sino que estuvo lejos de hacerlo. El penúltimo puesto en el Final 2013 y la no clasificación a la Libertadores 2014 convirtieron un año plagado de ilusión en un año con números rojos en lo deportivo.


 Hace 12 meses cuando cualquier levantaba la copa para brindar imaginaba un 2013 lleno de logros. El tan ansiado regreso de Carlos Bianchi tras nueve años de siesta era una realidad, y había promesas de otros retornos de glorias como Riquelme o Gago para el verano que comenzaba. Este año que termina, fue bien distinto a lo que muchos soñábamos por aquel entonces. Pasaron tantas cosas, por cierto la mayoría malas que parece que fueron más de doce meses.
Es cierto, el año empezó mal barajado de entrada. La otra vuelta soñada, la de Riquelme, la que parecía segura, tardó más de la cuenta. Tuvieron que pasar las dos derrotas de verano contra River para que el ídolo recapacitara, se olvide de sus palabras y decida venir “a sufrir junto a Carlos”. Ese vaticinio, lamentablemente, es lo que finalmente, fue un año que se sufrió más de lo que se gozó.
El primer semestre tuvo a Boca con un andar errático por el torneo local y con una trabajosa clasificación a la segunda ronda de la Libertadores. Para ese certamen, Boca en octavos debía enfrentar a Corinthians, el último campeón. Contra todos los pronósticos, este equipo de Bianchi se hizo fuerte de visitante, rescató un punto con un golazo de Román y accedió a cuartos. En esa instancia, chocó con Newell´s y, pese a ser levemente superior en los 180 minutos, cayó en los penales.
Lo único que quedaba era salvar el honor y no salir último en el campeonato de entrecasa. Esa deshonra se evitó por un solo punto por encima del descendido Unión pero la peor campaña en torneos cortos era un hecho. Ni siquiera la Copa Argentina, trofeo que Boca defendía, pudo servir para bálsamo. El Xeneize fue eliminado en octavos por All Boys sin atenuantes.
Para el Inicial era hora de hacer un manotazo de ahogado. Boca se desprendió de Somoza, Lautaro Acosta, Silva, Erviti, Franco Sosa, Clemente Rodríguez, Viatri, Albín y Ustari, todos jugadores, salvo Erviti, que tuvieron un pobre desempeño en el último tiempo, pero sobretodo porque la mayoría nunca entendió lo que es Boca –excepto contadas excepciones-.
Para el Final, Boca decidió hacer pocas incorporaciones pero de renombre. Finalmente, Fernando Gago, esta vez, si volvió y mientras el físico se lo permitió tuvo grandes rendimientos como contra Velez o Racing, en los que condujo al equipo. Cata Díaz también retornó. La sorpresa fue Gigliotti, un jugador que tal vez trajo pocas expectativas cuando llegó pero cumplió con goles importantes como a la Academia, en su debut como titular, o contra River.
Parrafo aparte para los duelos contra el equipo de Ramón Díaz que dieron las únicas alegrías del año. En el primer clásico, en la Bombonera, con un equipo plagado de pibes, fue apenas empate. La fiesta fue en las tribunas, ya que se trataba del regreso de River a los superclásicos, tras su desaparición del fútbol grande un año atrás cuando descendió. El otro, en el Monumental, sin hinchas visitantes, Boca se las ingenió para ganar un clásico que tampoco quedará en las retinas de nadie por lo bien que jugaron los dos equipos, sino por el hecho de que se jugó con fans del anfitrión, nada más.
El sexto puesto compartido en este torneo fue un poco mentiroso. Boca peleó hasta el final de la anteúltima fecha pero salvó en algunos partidos, nunca tuvo nivel para ser verdadero protagonista, falló en partidos claves como contra CASLA, Newell´s y Arsenal pero aun podría haber sido campeón si le ganaba los últimos dos partidos de local a All Boys y a Gimnasia. No habla bien del Xeneize, sino que explica porque San Lorenzo es el campeón más mediocre de la historia de los torneos cortos. Este Boca terminó a solo cuatro puntos.

No obstante, este dato de que Boca, sin nada, casi pelea el campeonato no puede dejarse a un lado para desdramatizar lo que viene. El Xeneize tiene al mejor DT y jugadores claves, que sin lesiones puede fortalecer. Además de futbolistas, que amagaron pero todavía no encontraron su techo en el club como el Burrito Martínez, Sánchez Miño o Paredes. Lamentablemente, no habrá Copa para brindar este año pero el equipo tiene con que mejorar. Lo dijo Bianchi, con todos los contratiempos que tuvo y el nivel que mostró “es ilógico que salga campeón”. Sin embargo, hay material y sería lógico que este equipo mejore.

sábado, 22 de junio de 2013

Sin el pan, sin la torta, ni siquiera las migas

Boca se quedó afuera ante All Boys de la Copa Argentina dando una pálida imagen. Ya no hay excusas, el equipo necesita una renovación urgente.


Boca se quedó sin nada. Ni siquiera pudo asegurar la continuidad en la Copa Argentina ante el primer rival serio que se le presentó. Ni siquiera estuvo cerca de hacer un partido digno ante un rival de poco fuste como lo es All Boys, hoy. Pero este Boca se mete los goles solo y jerarquiza a los adversarios.
Ya le había ganado bien, en la tercera fecha, el equipo de Floresta. Pero quedaba la sensación de que ese Boca había evolucionado algo en su juego pero eso solo fue un espejismo que duró lo que duró la serie de la Libertadores. Una vez afuera del certamen continental, Boca se arrastró contra Racing y algo parecido ocurrió ante All Boys en Catamarca.
No hace falta hacer grandes producciones para ganarle a Boca. El equipo de Bianchi comete errores infantiles, tanto colectivos como individuales. Es inaceptable que un jugador de la experiencia de Clemente Rodríguez, que viene de hacerse expulsar contra Newell´s en el mejor momento de Boca, cometa ahora un penal al minuto de juego. Así el lateral hace olvidar sus páginas extensas de gloria y le pone el certificado de defunción de su campaña en el club. Gracias por todo pero ya fue. Boca está por encima de los nombres.
Después del gol, Boca intentó con Román como abanderado pero las cosas no salen. No hay un poco de suerte. Pero con ese fundamento no alcanza porque a la suerte hay que ayudarla. Y un equipo con poca profundidad y volumen de juego no colabora con que la fortuna se pose de su lado.
En el complemento, cuando parecía otra actitud, una desatención defensiva tras un centro frontal desde la mitad de la cancha, dejó a Borghello para poner el 2 a 0. Podía ser asunto liquidado pero Ledesma descontó cerca del final para poner un poco de dramatismo. Pero la sensación de cercanía al empate duró poco y nada. En una nueva contra, All Boys clavó el tercero.
Sin excusas, Boca se quedó afuera de un certamen que tiene poco renombre actualmente pero podría ser un atractivo bálsamo ya que lograría la clasificación a la próxima Libertadores. Igualmente pensar en eso, cuando el equipo no es capaz de ganar dos partidos seguidos es ser aventurero.
No obstante, la pálida producción demostró que este equipo necesita una profunda depuración en el plantel. Pero con eso no alcanza. Hay que traer jugadores de jeraquía.

FORMACIÓN: Orión 6; Marín 5, Caruzzo 5, Burdisso 5, Clemente 4 (Erviti); Ledesma 5, Somoza 5, Miño 5, Riquelme 5; Acosta 4 (Di Franco 5), Blandi 5

sábado, 1 de junio de 2013

Morir de pie


En una serie demasiado pareja, Boca se quedó afuera por penales en una definición dramática e infartante. La tonta expulsión de Clemente fue determinante.


En el fútbol se gana y se pierde. Esta vez la suerte fue esquiva. Pero cuando un equipo muere de pie, dejando todo, el dolor se atenua. Por eso, hay que estar orgulloso de este conjunto de Bianchi que peleó hasta el final, aun en inferioridad númerica.
Difícilmente un semestre mal parido desde el vamos podía terminar de otra forma. Un andar paupérrimo en el torneo local y un andar irregular en la Copa, con muchas lesiones de jugadores. En algunos a veces se lesionaba hasta el suplente del titular que también estaba averiado. Así fue la fortuna de Boca, en lo que va de 2013, y así fue el final.
Boca arriesgó demasiado jugando con un 4-4-1-1, dependiendo en demasía de lo que pueda hacer Román, de que Blandi tenga una y la meta, que Sánchez Miño suba o en definitiva en acertar un pleno en alguna pelota parada. Enfrente estaba Newell´s, lejos el mejor equipo argentino del momento.
No obstante en ningún momento de la serie, quedó evidenciado quien era el puntero del certamen y quien era el anteúltimo. En primer lugar, es otro torneo. Y la motivación de Boca cuando de la Copa Libertadores se trata.
Con eso, y una estructura sólida, le bastó a Boca para maniatar el juego vistoso y electrizante que propone el Leproso, que casi nunca pudo hacer su juego. Los 180´ se dieron casi como lo pensó Bianchi –con la excepción del desenlace- y la jugada que fue bisagra del partido. Rondando el primer cuarto de hora del complemento, una buena jugada de Riquelme, derivó en un tiro en el palo de Blandi. En la réplica, Clemente hizo un foul táctico para frenar el contragolpe y se llevó la merecida amarilla. Pero en un segundo de locura, “pecheó” al árbitro Germán Delfino y lo obligó a expulsarlo.
Ahí se terminó el partido del Xeneize en ataque. Bianchi sacó al único punta, Blandi, y metió a Zarate para reforzar la línea de cuatro. El tan mentado gol de visitante nunca llegó. Tampoco el local tuvo muchas ideas para abrir el cerrojo y hubo lugar para los penales, que tantas veces le dio alegría a Boca y a Bianchi. Pero esta vez la suerte no acompañó. Se patearon 13 penales, y la victoria fue para Ñuls, 10 a 9.
Habrá tiempo para hacer un análisis. Habrá que corregir errores. Pero de cara a lo que viene, cuando un equipo llega hasta cuartos de final de un torneo como la Libertadores, y de la forma en la quedó eliminado –sin perder en la serie-, son motivos de orgullo y de esperanza para el semestre que viene. Sin dramatizar, este plantel con algunos retoques, tiene con que afrontar futuros compromisos.

BOCA: Orión 7; Marín 6, Caruzzo 5, Pérez 7, Clemente 3; Erbes 5, Somoza 6, Erviti 6 (Juan Manuel Martínez), Sánchez Miño 5 (Ribair Rodríguez); Riquelme 5, Blandi 5 (Zarate 5)

sábado, 20 de abril de 2013

Equipo sin altura



Boca cayó ante Toluca en México por 3 a 2 y ahora deberá enfrentar ni más ni menos que al último campeón de la Libertadores, Corinthians. El conjunto de Bianchi volvió a jugar más y pagó caro sus errores defensivos.



El panorama no podría ser peor de cara a los octavos de final. El equipo que parecía tener una leve mejoría hasta la catástrofe de San Juan, volvió a retroceder y cayó ante Toluca por 3 a 2. Ahora ni más ni menos que Corinthians, un rival de temer, pero lo que más preocupa no es el adversario, último campeón de la Copa, sino que el problema es el propio nivel de Boca. El principal enemigo de Boca es Boca, valga la redundancia.
Un equipo con errores en defensa, de técnica, táctica y concepto, juegue quien juegue en esa línea de cuatro no es garantía de nada. Por eso, por más que se enciendan de una buena vez los delanteros, los horrores defensivos hacen que todo se caiga como un castillo de naipes. Parece que a los rivales no les cuesta nada generar situaciones y tampoco convertirlas en gol.
Hoy Agustín Orión es el único jugador que está en su nivel. Ni siquiera Juan Román Riquelme pero al Diez le basta jugar en cinco puntos para ser uno de los pocos que no aplazan los exámenes. El enganche perdió dos pelotas que derivaron en dos goles. El primero y el último. Pero caer a Román no solo es un error sino que es una blasfemia por lo que dio pero también porque las pocas situaciones de gol que el equipo genera también son culpa suya.
El primer tanto llegó en un contragolpe en que Toluca se aprovechó de la flamante defensa de Boca. Leandro Marín, lateral de los juveniles argentinos anteriores que volvió de ostracismo de la época de Falcioni en la que no jugó ni un solo minuto, tuvo que bailar con la más fea que es Edgar Benítez y por allí vino la primera conquista de los aztecas. En definitiva, el joven lateral no fue un desastre pero tampoco una maravilla, merecería otra chance, porque si eso fuera poco no fue el peor de la defensa. Tampoco el más malo fue Magallán, que debutó como titular en la Libertadores. Pero hubo dos jugadores que volvieron a jugar muy mal, casi por enésima vez desde que llegaron a Boca; Caruzzo y Albín. Uno tuvo culpa en el primer gol y el otro se durmió y no cumplió con la orden que le dio Orión de cubrir el primer palo. Además ninguno dio seguridad en todo el desarrollo del partido.
Un Boca que se arrastraba por la cancha encontró el empate en el momento menos esperado y con el intérprete menos esperado. Leandro Somoza, de cabeza, aprovechó un centro bárbaro de Riquelme y con la complicidad del arquero, igualó. Premio para un jugador de lo más castigados por sus actuaciones, pero que no se esconde más alla de sus ineficiencias tácticas, técnicas y físicas.
El empate debía haber sido una especie de inyección anímica para Boca. Pero salió adormecido, con un comportamiento pasivo y alarmante. No extrañó el segundo gol de Toluca, más allá de la  mano grosera en la mitad de la cancha en el comienzo de la jugada. Lamentablemente tampoco sorprende la pasividad con la que Flavio Santos cabeceó solo y mucho menos que el jugador pasivo que lo habilitó fuera Albín.
Es increíble con lo fácil que le cabecean a Boca, pero eso no terminó ahí. El Xeneize trató de despertarse un poco. Y llegó el empate, gracias a una réplica perfectamente conducida con la paciencia de Roman, que cedió para Blandi quien leyó muy bien la jugada y entregó para que Pol Fernández a la carrera metiera el empate.
El 2 a 2 servía más que nada para la inyección anímica de cara a la etapa decisiva. Quedaba poco tiempo. Pero la defensa de Boca es una obra maestra del terror. Increíblemente nadie cubrió el primer palo, pese a que Orión se lo pidió a sus compañeros (dicen que Erviti debió ocupar ese lugar pero ya había sido reemplazado, de ser así, si el CT no sugirió que alguien lo reemplace en dicha función es un error). Y otra vez Flavio Santos cabeceó solo.
Así Boca perdió la chance de quedar mejor posicionado. Igualmente con el empate en dos goles poco hubiera servido, de todas maneras tendría que ir a Brasil pero a enfrentar a Fluminense. Pero ahora el rival es Corinthians. Tal vez el miedo al ridículo, sirva para que este equipo se una por fin, este atento. La empresa es difícil, tal vez imposible. Pero hasta que no empiece a rodar la pelota, nadie puede sacarnos la esperanza. Porque somos Boca. Y seguramente tampoco en San Pablo se deben haber alegrado con que Bianchi, Riquelme y los suyos tengan que visitar su ciudad.
BOCA: Orión 6; Marín 5, Magallán 5, Caruzzo 4, Albín 4; Fernández 6, Somoza 6, Erviti 5; Riquelme 5; Martínez 5, Blandi 5

miércoles, 30 de enero de 2013

Historia conocida


El River de Ramón no pudo con los juveniles de Boca y empataron 0 a 0. En los penales, el Xeneize no titubeó y volvió a amargar a su eterno rival.


Cuando Carlos Bianchi dejó trascender que iba a poner un equipo alternativo para enfrentar a River en Mendoza. Muchos habrán pensado, esta historia ya la vi. Uno de los que debe haber pensado eso fue ni más ni menos que Ramón Díaz, quien hace trece veranos atrás dejaba a River, tras perder un partido ante los juveniles de Boca.
Esta vez no hubo derrota para el riojano en los noventa minutos. Pero su cara lo decía todo cuando el partido se moría y el destino de los penales era inevitable. A las excusas de los penales, al menos esta vez tiene el aliciente de que enfrente tuvo a un equipo que defendió más de lo que jugó. Y que contragolpeó poco y nada.
Difícilmente vean la paja en el ojo ajeno, cuando ellos diez atrás habían esperado agazapado para achicar espacios una vez que Boca pasaba la mitad de la cancha. Bianchi le dio una sobredosis de su propia medicina. Y a River lo incomodó de sobremanera.
En el primer tiempo se repartieron la tenencia de la pelota. Salvo en el primer minuto, cuando Ponzio encontró libre a Funes Mori, quien definió apresurado. Muchos pensaban que era la continuación del duelo anterior, ya que un River rápido se aprovechaba de un dubitativo y lento Boca.
Pero de a poco, los pibes Xeneize se hicieron dueño de la mitad de la cancha, y la paridad era un hecho. Sin generar situaciones, Boca hacía su plan a la perfección. Claro, con la salvedad de que no encontraba profundidad. Si el plan era abortar los intentos de Vangioni y evitar dejar a Mora cara a cara con los defensores, todo era excelente. Pero faltaba punch arriba.
En el complemento, todo empeoró. La paridad en la tenencia pasó a la historia. Ponzio se hijo eje. Vangioni le empezó a ganar a un cansado Alan Aguirre y River insinuaba más peligro que Boca. Pero solo quedó en insinuaciones. Casi no generó situaciones netas y si hubo una oportunidad clara de gol fue para el Xeneize. Pol Fernández quedó sólo, pero la pelota nunca le quedó cerca para el remate, Barovero salvó, el rebote le quedó a Erbes, quien definió por encima del portero pero Vangioni salvó en la línea.
Fue la chance más clara de todo el partido. Hubiese sido injusto. Pero poco importan en un superclásico los méritos. Importó la actitud de un Boca sacrificado, solidario y trabajador que se vio en inferioridad de condiciones ante este River sobredimensionado tras el primer triunfo en Mardel.
En los penales hubo emoción pero Boca demostró su hombría y sobriedad. Marcaron Erbes, Viatri, Pol, Blandi y hasta Cellay. Ustari tuvo su noche de gloria defendiendo el arco de Boca. Y la primera alegría grande del verano llega a través de los penales. Bianchi debe estar conforme con que los soldados cumplieron su función de abofetear a River de cara al duelo de Córdoba y poner las cosas a mano prácticamente. El desempate es en solo cuatro días. Con Martínez, Silva y Paredes, tiene que verse otro Boca en ofensiva.
SINTESIS
BOCA: Ustari 8; Albin 5, Cellay 6, Gmo Burdisso 6, Evangelista 6; Aguirre 6 (Bravo 5), Erbes 8, Pol Fernández 6, Colazo 6; Viatri 5, Blandi 5

Con el Burrito es otra cosa


Boca despachó a Independiente por 3 a 0 en su despedida de la costa. La versión mejorada del equipo de Bianchi tuvo como causa fundamental a Martínez que debutó y marcó por duplicado dándole otra fisonomía al ataque Xeneize. El gol restante lo anotó el uruguayo Silva quien necesitaba mojar para abrir el arco.


Hay dos cosas fundamentales para destacar de la goleada de Boca sobre Independiente en Mar del Plata. La primera es que la cifra fue exagerada y la segunda es que Carlos Bianchi encontró en Juan Manuel Martínez un jugador distinto que le puede dar muchas alegrías y que desequilibra como ningún delantero lo ha hecho desde los tiempos de Rodrigo Palacio o Carlos Tevez.
Este equipo tiene cosas que puede hacer acordar a aquel equipo del 98. Con una delantera que se conoce de memoria y un enganche con pinceladas de talento como Leandro Paredes, que debe transformarse en el nuevo Riquelme, de la misma forma en la que Román constituyó su leyenda. De a poco.
El resto del equipo mostró una leve mejoría. Magallán otro que debutaba evidenció su presencia, empezando a desequilibrar con el juego aéreo en el área de enfrente. En el mediocampo, tuvo sacrificio y entrega con Ribair Rodriguez. El uruguayo salió reemplazado en el segundo tiempo pero demostró que no le va a pesar la camiseta.
La primera parte fue pareja. El Rojo tuvo sus oportunidades, pero primero Sosa y después Caruzzo evitaron las conquistas en la línea de gol. No obstante, Boca demostraba que cada vez que tomaba la bola el Burrito, podría ocurrir algo distinto. Y eso sucedió en la anteúltima jugada de la etapa inicial. El nuevo Siete bravo de Boca la paro y enganchó de izquierda a derecha para sacar el zurdazo bajo que se le metió a Hilario Navarro.
Con la diferencia, Boca se retrasó en el campo y le cedió el balón al cuadro de Avellaneda, que inquietó en el primer cuarto de hora en el complemento pero de a poco su ataque fue mermando. De a poco, el Xeneize volvió a tener el partido controlado y lo liquidó sobre el final. Una buena jugada con muchos pases, encontró un pase delicioso con el taco de Erviti para dejar solo con Hilario al Burrito, quien otra vez de zurda definió y liquidó la historia.
Quedaba tiempo para otra Burrada. Pero esta vez fue de un defensor de Independiente; Julián Velázquez quiso salir jugando y no hizo más que dejar de cara al gol al uruguayo Silva, quien no perdonó para sacar su mufa y anotar su primera conquista en este 2013.
El 3 a 0 es un poco exagerado por lo que se vivió en la cancha. Pero abre la esperanza a través del fútbol del Burrito Martínez, quien entró como si siempre hubiese jugado en Boca. Se acopló a Silva, y esa dupla promete mucho. Lo mismo que Paredes, que debe levantar todavía. Pero el Xeneize ya no depende pura y exclusivamente de él.
SINTESIS
BOCA: Orión 6 (D´Angelo); Sosa 6, Caruzzo 7, Magallan 6, Clemente 6; Ribair Rodriguez 6 (Pol Fernández 6), Somoza 6, Erviti 6, Paredes 6 (Bravo); Martinez 9 (Acosta), Silva 6

viernes, 25 de enero de 2013

Titulares o no, esa no es la cuestión


Bianchi decidió poner el supuesto equipo de gala frente a Independiente y preparar un once alternativo frente a River. Viendo los rendimientos en el último semestre y en los clásicos ¿Quien es más suplente? ¿Somoza o Erbes? ¿Albin o Sosa?



Carlos Bianchi es de esos técnicos que lo tomas o lo dejas. No hay termino medio. Para muchos puede ser soberbio. Para otros respetuoso. Nosotros lo queremos por su capacidad. Lo cierto es que el entrenador sabe lo que quiere y un partido de verano no va a modificar su pensamiento. Aunque sea River ese equipo.
En algo tiene razón el Virrey, Boca debe jugar tres partidos en siete días. Luego tendrá un descanso semanal, y empieza la doble competencia a full. Por lo tanto debe dosificar esfuerzos. Y de la mejor manera, es que los jugadores pesados jueguen cada siete días y no cada diez. Además hay jugadores que necesita jugar ya, y sacarse la mochila pesada de la derrota en Mar del Plata. Contra Independiente, si bien la presión va a estar como siempre, no será para tanto. Además jugadores que están bajo la lupa, como el caso de Somoza o Franco Sosa.
Por otra parte, se suele decir que Bianchi tiene de igual de contentos a los que juegan y a los que no.  Que muestra mejor de confianza es ponerlos en un clásico. Además un mediocampo compuesto por Fernández, Erbes y Colazo no es mucho menos que Ribair, Somoza o Erviti. O Albin no es menos que Franco Sosa. Lo que preocupa es el armado del resto de la defensa, porque los reemplazantes de Clemente Rodríguez.
Para jugar contra Independiente, Bianchi pondría estos once; Orión; Franco Sosa, Magallan, Caruzzo, Clemente Rodríguez (podría ingresar Evangelista en su lugar debido a la molestia que tuvo durante la semana); Ribair, Somoza, Erviti; Paredes; el Burrito Martínez y Silva. Para ir a Mendoza para enfrentar a River; se espera el ingreso de Albín y el de Guillermo Burdisso, que se recupera de una molestia- Caruzzo mantendría su lugar y la duda sería Clemente-. Otro que estaría listo para reaparecer sería Ledesma que se podría sumar al mediocampo que se compondría por Pol Fernández, Erbes y Colazo. Si no entra Pablito, podría optar por seguir dándole rodaje a Paredes, dependiendo de su rendimiento ante el Rojo. Arriba la dupla lógica sería Acosta y Viatri.
Habrá que ver cual es más competitivo de las dos alineaciones. Lo cierto es que Bianchi le quemó los papeles a Ramón Díaz que esperaba no tener presiones, pero el entrenador riojano sabe los problemas que le dieron las formaciones alternativas Xeneizes. En 2000, los chicos del Virrey le ganaron 2 a 1 y provocaron su renuncia. Dos años después, ahora con el Maestro Tabarez en frente los juveniles de la ribera le propinaron un 4-0 durísimo.

Paso en falso



No hay nada para ver o hay poco para resaltar. Pero no hay que dramatizar. Eso Carlos Bianchi lo sabe bien. Se perdió un clásico, con todo lo que eso significa, pero es un partido del verano. No obstante cuando el otro equipo vive en la amargura eterna es lógico que se agrande y se pondere la victoria, más cuando esto ocurre tres años después de la última vez, y en el medio hay un descenso para River. Muchas tristezas, y por fin una alegría.
Pero no estamos acá para hablar del ¿Millonario? Boca no jugó bien, con un andamiaje lento y cansino por momentos, sin sorpresa, y bastante endeble abajo. Sin embargo, hay que analizar el partido desde el minuto cero. Y en ese comienzo, el Xeneize tomó la iniciativa. Parecía que estaba claro quien jugaba la Libertadores y quien viene de ascender. Pero esa tenencia no se cristalizó en situaciones claras ni en profundidad. Solo tuvo dos claras, las dos de Silva; la primera cabeceó solo pero por arriba y la siguiente definió al cuerpo de Barovero, en la única jugada precisa de Paredes a lo largo del partido. Después le faltó serenidad para empezar a hilvanar las jugadas, sobretodo teniendo en cuenta que Lautaro Acosta era el hombre más incisivo de Boca pero no podía dar el último pase.
Entonces, River de a poco, empezó a darse cuenta que podía atacar. Y Vangioni no se apiadó del inexpresivo Sosa, quien indeciso para atacar y manso para defender fue una invitación constante para el ex Newell´s.  De a poco, el dominio pasó a ser del ex equipo del ascenso. Y esa supremacía se acentuó en el complemento.
A Boca cada vez se lo notó con menos piernas. Algo esperado para un equipo titular con un promedio de edad de 28 años (teniendo en cuenta los 18 abriles de Paredes, queda claro que el Xeneize tiene un plantel longevo, por lo tanto que los futbolistas estén más duros es hasta lógico). No son excusas, si no detalles que sirven para desdramatizar la derrota, que llegó en los últimos veinte minutos.
Ponzio tomó un rebote tras una contra en la que Boca quedó mal parado pero la había sacado del área como pudo. No obstante, el volante riverplatense recogió el balón y con todo el tiempo del mundo se la cedió a Vangioni en una jugada previsible para todo el mundo menos para Sosa que durmió la siesta y permitió el centro del otrora Leproso. El balón áereo sobró a Burdisso, tal vez la lesión con la que terminó sirve como aliciente, y le cayó justo a Mora, que de cabeza, abrió el marcador.
Era algo lógico. El mediocampo compuesto por viejitos no tan piolas –teléfono, Somoza- necesitaba un ingreso que revitalice las fuerzas pero llegó recién después del gol. El ingreso de Ribair puede parecer poco ambicioso pero teniendo en cuenta el banco de suplentes con la contaba Bianchi había pocas alternativas -¿Por qué el “prescindible” Chavez en el banco y no Colazo?- , salvo poner a Viatri antes. No obstante fue justamente el recién ingresado volante uruguayo tuvo la más clara para empatar –desborde de Clemente mediante- pero definió horriblemente.
El segundo gol fue algo lógico dentro de un trámite entre un equipo agrandado mentalmente contra uno golpeado sin reservas ni anímicas ni físicas. Otra vez Mora. Si bien insistimos que el 2 a 0 no es para dramatizar, y aun si la ventaja hubiese sido mayor como pudo haber ocurrido en los últimos diez minutos, no deja de ser un partido de verano sobretodo para Bianchi que nunca le dio mucha importancia, y no lo va hacer ahora.
No obstante, hay actuaciones individuales que preocupan como el caso de Sosa y el de Somoza. No se explica porque insistir con el tucumano cuando está Albín, lateral de la Sub23 uruguaya y con experiencia en un club grande como Peñarol. Es cierto no tiene tanta marca, pero tiene más presencia en ataque. Lo de Somoza se entiende menos. La única explicación que se encuentra es que el entrenador prefiera por un jugador por experiencia y con liderazgo, pero todas esas cualidades quedan de lado cuando entra al campo y es pasado como poste, y cuando recupera una pelota la juega como si sobrara la situación.
Después el resto, puede ser discutido hay jugadores con nivel bajísimo pero que tienen condiciones para recuperarse. Caso Ledesma, Erviti o Guillermo Burdisso. Lo de Paredes es entendible desde el punto de vista de su juventud lo que lo pone naturalmente en una marea de irregularidad. Lo positivo fue el trabajo en el primer tiempo de Lautaro Acosta, que complicó más de lo esperado.
SINTESIS
BOCA: Orión 5; Franco Sosa 3, Caruzzo 5, Guillermo Burdisso 4, Clemente Rodríguez 5; Ledesma 5 (R. Rodríguez), Somoza 4, Erviti 5; Paredes 5 (Viatri); L. Acosta 5, Silva 4