martes, 26 de enero de 2016

La impunidad de River y la complicidad de los medios


Lo de ayer fue un bochorno y un paupérrimo partido de fútbol. El nivel mostrado no fue digno de todo lo que merece un partido de la historia de los Boca-River. Pero el culpable de fue sólo Boca. Enfrente tuvo un equipo, que en su momento fue inflado por los medios como si fuera la versión vernácula del Barcelona y de los Culés solo tiene la manchas de la pedofilia causada por un equipo magnánimo como el de Messi ante uno que hasta no hace mucho jugaba en la B, y que en otros momentos se dedicó a pegar como pocas veces se vio. ¿Cuánta diferencia hay entre la patada de Silva a Mercado con la de Vangioni a Gago en la ida de la Libertadores? Realmente poca. Solo el arbitro.
Desde que el amable D´Onofrio tomó la posta en lugar del rancio Passarella, River fue beneficiado en casi todos los aspectos de los clásicos. Todo empezó con aquel empate 1 a 1 en Mar del Plata hace dos años, cuando una plancha de Maidana a Orión provocó el empate de River y la expulsión del Cata Díaz. Luego se siguió con el lateral doble en Córdoba y se llego al Pitanazo en la Bombonera.  Parecía algo normal. Simples errores humanos. Pero lo peor estaba por venir.
En el empate pasado por agua, el por entonces aclamado River de Gallardo o- el Barcelona de Guardiola o quizás el Milan de Sacchi o la inoxidable Naranja Mecánica, por aquel tiempo no había diferencias- enfrentaba al modesto Boca del Vasco. Una expulsión por una mano inexistente de Gago volcó el contexto del partido, que incluyo rojas obviadas a jugadores de River y una contra invalidada a Calleri cuando se iba junto a Chavez para marcar el segundo. Todo estas situaciones irregulares se encapsularon en el partido según los expertos en un partido accidentado y desnaturalizado por las condiciones climatológicas, y hasta se llegó a decir que la no suspensión del partido había favorecido a Boca, debido a la tremenda superioridad que tenía el equipo de Gallardo. O sea en limpio. El árbitro favoreció a Boca porque no pospuso el match. Un disparate.
Luego paso lo que todos conocemos. La brutalidad de los jugadores de River en los duelos por la Sudamericana se substituyó por la “la personalidad” de los mismos, nuevos próceres de la escuela del paladar negro.  Meses después, cuando un árbitro decidió usar el reglamento en un superclásico el River de Gallardo se comió la goleada del siglo.
La serie por la Libertadores fue el principal ejemplo. Las patadas criminales de Vangioni y Funes Mori a Gago y Pérez, respectivamente –la primera muy similar a las del sábado pasado en la Bombonera- no tuvieron el impacto mediático que corresponde. Luego ocurrió la locura de la revancha y los medios lanzaron su promoción del mito del abandono.
El blindaje mediático que se lanzo para proteger a River que fue a una hospital donde no hay guardia oftalmógica y para condenar a Boca. Llama mucho la atención que hablen de abandono los hinchas que rompieron su estadio para impedir la vuelta olímpica de un modesto equipo de la B, tres días después que interrumpieron el cotejo de ida para que no le metan goles y para pegarle a sus jugadores. Es abandono doble. Pero los medios hasta que juegan con las palabras y ratifican el falso abandono de Boca. ¿Un equipo que tiene 45 minutos para marcar un gol a otro que no piso el área en los tres últimos antecedentes en ese estadio iba a abandonar para evitar ese seguro festejo rival? No tiene ningún tipo de análisis.
La verdad es que tras el descenso River y sus medios afines intenta equiparar su tragedia de alguna manera con Boca y habla de la deshonra del abandono. Un abandono que nunca existió. ¿Pero si hubiese sido cierto puede hablar River de abandonos? En 1928 en la máxima goleada de la historia por 6 a 0 el capitán de River pidió al arbitro que se termine. Años después en el primer clásico oficial River abandonó el campo disgustado por un fallo arbitral. Más cerca en el tiempo en un cotejo de verano la hinchada de River originó disturbios para culminar la goleada histórica de 4 a 0 en 2002. Y hay testigos de abandonos de River. Preguntenle a los hinchas de Banfield cuando la barra brava de River suspendió el cotejo en el Sur cuando perdían 5 a 0.
Insólito que esa gente le hable a otros de abandonos. No sorprende porque quieren inventar su propia épica.  El equipo que nunca quiso jugar el partido, con la irrupción del soberbio D´Onofrio incluida, que pidió los puntos en una manifestación a la Conmebol le habla a otros de abandonos. Insolito esto solo puede pasar con la complicidad de los medios.
Después de todo esto, todo los medios se razjaron las vestiduras cuando Boca fue favorecido en la final de la Copa Argentina. Ningun hincha de Boca quedó contento con lo que pasó. Es lo que nos diferencia de River, que fue a pedir ganar un partido en el escritorio de la Conmebol. Lo que realmente aterrorizó a los medios no fue la injusticia que sufrió Central, sino que el favorecido fue Boca. Nadie se preocupó cuando el perjudicado es el Xeneize.
El fin de semana pasado, Boca jugó mal, pegó demasiado pero parece que fue el único culpable del dolor de ojos que fue el Superclásico. Enfrente hubo un equipo que no generó ni una llegada de gol, aun con dos jugadores más.

Sólo queda mirar para adelante. Aceptar los errores propios –que son muchos- y aprender para que se no vuelvan a cometer. Boca tiene los jugadores para salir adelante. Solo tiene que creer y no perder la humildad. No dejarse llevar por los elogios malintencionados y las críticas despiadadas que provocan que Boca ande por un tobogán de euforia y luego desazón pronunciado que da como resultado partidos como el del sábado en Mar del Plata. 

domingo, 24 de enero de 2016

La locura de Boca, la impunidad de River y la complicidad de los medios (Primera parte)

Boca perdió el clásico de verano pero el resultado es lo de menos. El equipo volvió a mostrar errores infantiles ante el rival de toda la vida, pegó más de lo que jugó y entró en el juego del rival, protegido por los árbitros y los medios. El Xeneize no sufrió una goleada solo por la incapacidad ofensiva del adversario.

Diez minutos tardó la ilusión del hincha de ver a un Boca distinto al de los últimos tiempos. El equipo del Vasco Arruabarrena volvió a pecar de ingenuo y, pasado de revoluciones, cayó ante River sin atenuantes.
De nada sirve ponerse a pensar que hubiera pasado si los arbitrajes en los duelos coperos hubiesen sido tan estrictos como el de Patricio Lousteau en la noche marplatense. Solo hay que pensar con frialdad de ahora en más y en no cometer errores infantiles. No estamos hablando solo en lo que le debe haber pasado por la cabeza a Jonathan Silva para pegar la patada que pateó –al menos fue a pedirle disculpas a Mercado, cuando Pavón todavía está esperando la disculpa de Vangioni del verano pasado-. La respuesta es simple. Fue un pecado de juventud, influenciada por el ímpetu de demostrar que tiene lo que tiene que tener para jugar en Boca y ganarse la primera ovación. Llegó tarde y el error lo pagó caro. La mayor preocupación pasa por los líderes del equipo.
Tevez se fue del partido con el penal infantil que cometió. El Apache apenas jugó veinte minutos. Ese error lo hizo perderse en la mediocridad general. Poco hizo. Lo preocupante pasa por que un líder de esa característica comete semejante tontería. Quizás no pensó que Lousteau se iba a animar a cobrar el penal, capaz no recordó que la animosidad que tiene este arbitro con el equipo desde aquel partido del Clausura 2011, que marcó la bisagra hacia el descenso de los primos. Desde en ese cotejo, cada vez que puede el referí le cobra todo lo que puede en contra de Boca. Lo que está bien cobrado y lo dudoso. Todo. No perdona una. Lo mismo pasa por el Cata Díaz, más allá de la injusticia que sufrió –Viudez ni siquiera fue amonestado en una jugada similar a la de Peruzzi, que vio roja directa-. El capitán del equipo no puede dejarnos con tres jugadores menos ante el clásico rival.
Hay poco para rescatar como positivo. La firmeza de Tobio fue el único dato alentador. Quizas podramos sumar la polifuncionalidad y sacrificio de Jara o Meli. Alguna pincelada de la categoría de Osvaldo –quien lamentablemente también decidió en pelear más de lo que jugó-. Realmente es muy poco para un equipo que se cree superior a los rivales antes de jugar.
En el último año, Boca perdió ante Racing y San Lorenzo y mejor no hablar de las series coperas con River –hasta la pimienta, Boca no había estado a la altura de las circunstancias-. Otra vez volvió a fallar. Otra vez pequeños detalles le impide sacar resultados positivos. Anoche fueron de los más experimentados y de los más jóvenes. Todos jugaron para que Boca vuelva a Buenos Aires con una goleada histórica. Pero no fue así, porque River fue incapaz de generar situaciones de gol, aun con dos jugadores más.

Lo que es cierto es que más alla de todo lo que pasó en los últimos tiempos. Boca depende de Boca. La impunidad y la suerte de River pronto se va a terminar. Demostró en la cancha que tiene poco y nada. Boca tiene que jugar y aprender de los errores. Meter cuando hay que meter. Pero de forma bien intencionada y inteligentemente.  Material sobra. Falta tranquilidad.

viernes, 6 de febrero de 2015

Paseo por la montaña

Boca trituró a River por 5 a 0 para dejar sepultado, de una vez por todas, el pobre 2014 y esperar con ansias el año que empieza. El Xeneize aprovechó todo los errores que cometió su archirrival, y cuando aceleró hizo historia. Su rival apeló a la misma receta que en la copa, pero esta vez tuvo un arbitro que apeló al reglamento y su mentira de fútbol champagne se cayó como un castillo de naipes.

Cuando terminó 2014, nadie podía imaginarse semejante verano. Con la herida abierta de la eliminación en la Sudamericana, Boca encaró este nuevo año con la misión en primer lugar de lograr la clasificación a la fase de grupos, pero también debía cortar la maléfica racha ante River. Era algo impostergable.
En el primer chico, Arruabarrena decidió guardar a todos los titulares, excepto a Nico Colazo, por quien no tenía reemplazante hasta ese momento en el plantel.
La jugada le salió bien. Un gol del chiquilin Franco Cristaldo y muchas soberbias actuaciones como la de Pavón, Pablo Pérez, Guille Sara, Guille Burdisso, Fuenzalida, Cubas (pese a la roja) y Carrizo le permitieron al Vasco darse cuenta que tiene varios soldados que le pueden salvar las papas cuando sea necesario. 
El equipo titular no fue menos. Le ganó ajustada pero merecidamente a Velez. Calleri puso todo, solo le faltó el gol. Gago se pareció al Gago que nos deslumbró a todos cuando debutó en Primera. Meli estuvo en todas partes y la defensa cumplió casi sin sobresaltos. Y Nico Colazo metió un zurdazo que se convirtió en un golazo que sirvió para la clasificación a la Libertadores, con todo lo que eso significa.
Y así se llegó, al clásico de Mendoza. La victoria en Mar del Plata relajó y descomprimió para el duelo ante Velez, pero la herida seguía abierta. Los clásicos no son amistosos. Se jueguen en la Boca, Nuñez, Mar del PLata o Mendoza solo sirve ganar.
Al River de Gallardo, después de Mar del Plata, se le empezó a dar cuenta cual es su verdadera cara. La de un equipo golpeador durante el partido y descontrolado en desventaja. En Mendoza, pasó lo mismo pero aumentado a la décima potencia.
Leonel Vangioni demostró no tener todos los jugadores en su cerebro. Solo así se explica como le entró al chico Palacios,  a los diez minutos, luego de venir de lesionar a dos jugadores de Boca; el burrito Martínez y el pibe Pavón. ¿Pero que se le puede pedir a este muchacho? ¿Quien le va hacer entrar en razón? ¿El Muñeco Gallardo, el mismo que rasjuño al pobre Pato Abbondanzieri? Pero eso es un problema de River.
La idea millonaria para frenar a Boca fue golpear tanto en los amistosos como en la Copa. Parece que para demostrar caracter o personalidad, hay que lastimar jugadores contrarios. Afortunadamente esta vez hubo un arbitro que hizo valer el reglamentó y cobró lo que tenía que cobrar.
Pero el partido no lo desnaturalizó, la violencia de River, aunque lo pudo haber hecho. Sino que fue otra de las grandes mentiras de River, la que abrió el marcador. Ramiro Funes Mori hizo un pase hacia atrás increíble, provocó el resbalón de Maidana, y el pibe Cristaldo, aceleró y otra vez se la mandó a guardar al pobre de Barovero.
El segundo y el tercero fueron dos poemas a la perfección del contragolpe. Como para que no le echen culpas a un solo jugador. Uno llegó desde un costado y el otro desde el otro. Primero Chavez le puso un pase milimétrico a Palacios que definió bárbaro y luego se intercambiaron los roles; el tucumano asistió al Comandante para poner el 3 a 0 en media hora.
Ahí sí, llegó el festival de rojas de un arbitro que no se dejó amedrentar. Lo que no hizo Trucco en la Bombonera lo hizo Abal. River se quedó con 8. Mayada, Carlos Sánchez (el que le dio un puntapie criminal a Miño que provocó su caída y su luxación de hombro en el clásico de 2012) y Teo (alguien que lleva bien puesta la remera de River, habla más de lo que juega). Ante una patada de otro jugador, Gallardo le dijo socarronamente que lo eche. ¿O quería abandonar?
Increíblemente con la ventaja numérica parecía haber un pacto tácito para no seguir aumentando la goleada. Hasta que entró Jonathan Calleri. El exAll Boys metió un golazo y luego asistió al pibito Betancur, de apenas 17 años.
 El 5 a 0 es historia pura. Nunca hubo tanta distancia entre Boca y River. En el 82, Boca lo habia goleado como visitante por 5 a 1, en la otra victoria más abultada de la historia del profesionalismo. La más abultada sigue siendo el 6 a 0 de 1928 en pleno amateurismo.

martes, 18 de febrero de 2014

Violencia es mentir

El diario deportivo se ensañó con Bianchi y Boca, pero lo hace a través de datos erróneos, informando que Boca tiene un promedio pobre, aunque no le sobra nada, no es tan así. ¿Hay una mano negra para instalar la idea del desastre?

Que Boca es noticia lo sabemos. En las buenas. Y también en las malas. Por eso hoy el único diario deportivo del país decidió alarmar a todos los hinchas del club de la ribera con el tema del descenso. Los descensos de River e Independiente con apenas dos años de diferencia pusieron al Xeneize en la envidiosa situación de ser el único equipo grande que no descendió. Y hay cierto sector del periodismo que no solo pretende ver a la lona a Boca, sino que también a Bianchi y a Riquelme. Sabemos que los medios se mueven como los fondos buitres con total de conseguir la primicia de algo. Este canibalismo informativo hace que los medios se conviertan en medios de desinformación, aun en el utópico caso de que hubo buena fe, aunque sabiendo a los intereses que responde dicho matutino son los mismos que responde, por ejemplo, el ex presidente Mauricio Macri, que nunca perdonó ni nunca va a perdonar los desplantes del Virrey y Román en los tiempos de gloria. Pero es otro tema. ¿Es verdad que a Boca lo apremian los promedios, como para entitular “se va al descenso” o que “es una campaña de descenso”? Veremos por parte.
En primer lugar, este Boca juega mal. Muy mal. No hay que ser ningún iluminado para darse cuenta de eso. No solo eso, sino que no tiene la capacidad de reacción ante cualquier desgracia que pueda pasar. Paso en los partidos de verano, y ocurrió lo mismo ante Belgrano, que ante el primer error no supo levantarse. Un equipo sin alma. Algo que es una herejía para la tradición del Xeneize.
Pero por más desastre que sea, aseverar que este equipo va a descender, solo puede tratarse de un adivino o de una mano negra que prepara el camino para emparejar las cosas y que los cinco grandes hayan descendido aunque sea una vez.
Pasemos analizar los puntos que tiene el cuadro auriazul. Para esta temporada, no va a haber ningún tipo de problemas, Boca está segundo, gracias –vaya paradoja del destino- a la gran campaña de Falcioni en el Inicial 2012. El problema surgiría para 2015.
Pero todavía faltan 17 fechas para terminar este año futbolero. Este Boca para la 2014-15 no va a estar tan oxigenado pero arrancaría noveno junto a Racing y a Estudiantes entre los equipos que dividen por tres campañas. Pero nadie habla de un posible descenso de la Academia. Con 81 puntos, Boca no tiene nada que le sobre pero no está para aseverar una condena segura. Por ejemplo, River descendió en 2011 con 139 en seis torneos, Boca tiene 81 en 3 certamenes y dos partidos del cuarto.
Pero el problema no pasa por ahí se podría decir de que quieren vender y las noticias apocalípticas en este mundo en que los valores éticos están más devaluado que el peso venden. Pero de ahí a decir que Boca tiene 1, 06 de promedio apenas 6 decimas más que el último que descendería es una falacia  malintencionada. El verdadero promedio de Boca es 1,372. Incluso hasta el Boca de Bianchi si tomamos los dos torneos que dirigió el Virrey es 1,263.  
Tal vez, el diario conducido por un reconocido hincha de River, apuesta a que el descenso se de en la temporada 2015-16. Pero para eso debería hablar de que Boca tiene 30 puntos, para esa temporada, el Millonario 25 y el grande de Avellaneda que ahora permanece en Primera posee apenas 19.
Pero sería bastante iluso de nuestra parte suponer que esa campaña es por la simpatía futbolera de tal o cual periodista. Esto va más allá. Hay alguien ligado a Boca que quiere que a Bianchi y a Riquelme le vaya mal, porque nunca los tragó y sus matrimonios fueron por conveniencia, y hasta podemos sospechar que también le tiene bronca a Angelici porque quiere volar solo. Esa persona que se mueve por la sombra es Macri, que ve en la debacle del Virrey la causa para sacárselo de encima para siempre. Y ve en ciertos sector del periodismo y en algún cipayo de la misma dirigencia los mejores aliados para dinamitar Boca.

Vale aclarar que esta nota no te tiene que sonar con soberbia como diciendo “somos Boca y no nos va a pasar lo de otros”. No es eso. La soberbia es una de las principales causas de porque le pasó eso a esos equipos, sobretodo al de Nuñez. Boca tiene que aprender de los errores propios y también de los ajenos para salir a flote. Esta nota tiene como objetivo de traer tranquilidad. Es el momento de levantarse, todavía esta a tiempo.

domingo, 29 de diciembre de 2013

2013: El final de un año ilógico

En el año del regreso de Bianchi, Riquelme y Gago a la institución, Boca no solo no ganó ninguno título, sino que estuvo lejos de hacerlo. El penúltimo puesto en el Final 2013 y la no clasificación a la Libertadores 2014 convirtieron un año plagado de ilusión en un año con números rojos en lo deportivo.


 Hace 12 meses cuando cualquier levantaba la copa para brindar imaginaba un 2013 lleno de logros. El tan ansiado regreso de Carlos Bianchi tras nueve años de siesta era una realidad, y había promesas de otros retornos de glorias como Riquelme o Gago para el verano que comenzaba. Este año que termina, fue bien distinto a lo que muchos soñábamos por aquel entonces. Pasaron tantas cosas, por cierto la mayoría malas que parece que fueron más de doce meses.
Es cierto, el año empezó mal barajado de entrada. La otra vuelta soñada, la de Riquelme, la que parecía segura, tardó más de la cuenta. Tuvieron que pasar las dos derrotas de verano contra River para que el ídolo recapacitara, se olvide de sus palabras y decida venir “a sufrir junto a Carlos”. Ese vaticinio, lamentablemente, es lo que finalmente, fue un año que se sufrió más de lo que se gozó.
El primer semestre tuvo a Boca con un andar errático por el torneo local y con una trabajosa clasificación a la segunda ronda de la Libertadores. Para ese certamen, Boca en octavos debía enfrentar a Corinthians, el último campeón. Contra todos los pronósticos, este equipo de Bianchi se hizo fuerte de visitante, rescató un punto con un golazo de Román y accedió a cuartos. En esa instancia, chocó con Newell´s y, pese a ser levemente superior en los 180 minutos, cayó en los penales.
Lo único que quedaba era salvar el honor y no salir último en el campeonato de entrecasa. Esa deshonra se evitó por un solo punto por encima del descendido Unión pero la peor campaña en torneos cortos era un hecho. Ni siquiera la Copa Argentina, trofeo que Boca defendía, pudo servir para bálsamo. El Xeneize fue eliminado en octavos por All Boys sin atenuantes.
Para el Inicial era hora de hacer un manotazo de ahogado. Boca se desprendió de Somoza, Lautaro Acosta, Silva, Erviti, Franco Sosa, Clemente Rodríguez, Viatri, Albín y Ustari, todos jugadores, salvo Erviti, que tuvieron un pobre desempeño en el último tiempo, pero sobretodo porque la mayoría nunca entendió lo que es Boca –excepto contadas excepciones-.
Para el Final, Boca decidió hacer pocas incorporaciones pero de renombre. Finalmente, Fernando Gago, esta vez, si volvió y mientras el físico se lo permitió tuvo grandes rendimientos como contra Velez o Racing, en los que condujo al equipo. Cata Díaz también retornó. La sorpresa fue Gigliotti, un jugador que tal vez trajo pocas expectativas cuando llegó pero cumplió con goles importantes como a la Academia, en su debut como titular, o contra River.
Parrafo aparte para los duelos contra el equipo de Ramón Díaz que dieron las únicas alegrías del año. En el primer clásico, en la Bombonera, con un equipo plagado de pibes, fue apenas empate. La fiesta fue en las tribunas, ya que se trataba del regreso de River a los superclásicos, tras su desaparición del fútbol grande un año atrás cuando descendió. El otro, en el Monumental, sin hinchas visitantes, Boca se las ingenió para ganar un clásico que tampoco quedará en las retinas de nadie por lo bien que jugaron los dos equipos, sino por el hecho de que se jugó con fans del anfitrión, nada más.
El sexto puesto compartido en este torneo fue un poco mentiroso. Boca peleó hasta el final de la anteúltima fecha pero salvó en algunos partidos, nunca tuvo nivel para ser verdadero protagonista, falló en partidos claves como contra CASLA, Newell´s y Arsenal pero aun podría haber sido campeón si le ganaba los últimos dos partidos de local a All Boys y a Gimnasia. No habla bien del Xeneize, sino que explica porque San Lorenzo es el campeón más mediocre de la historia de los torneos cortos. Este Boca terminó a solo cuatro puntos.

No obstante, este dato de que Boca, sin nada, casi pelea el campeonato no puede dejarse a un lado para desdramatizar lo que viene. El Xeneize tiene al mejor DT y jugadores claves, que sin lesiones puede fortalecer. Además de futbolistas, que amagaron pero todavía no encontraron su techo en el club como el Burrito Martínez, Sánchez Miño o Paredes. Lamentablemente, no habrá Copa para brindar este año pero el equipo tiene con que mejorar. Lo dijo Bianchi, con todos los contratiempos que tuvo y el nivel que mostró “es ilógico que salga campeón”. Sin embargo, hay material y sería lógico que este equipo mejore.

sábado, 22 de junio de 2013

Sin el pan, sin la torta, ni siquiera las migas

Boca se quedó afuera ante All Boys de la Copa Argentina dando una pálida imagen. Ya no hay excusas, el equipo necesita una renovación urgente.


Boca se quedó sin nada. Ni siquiera pudo asegurar la continuidad en la Copa Argentina ante el primer rival serio que se le presentó. Ni siquiera estuvo cerca de hacer un partido digno ante un rival de poco fuste como lo es All Boys, hoy. Pero este Boca se mete los goles solo y jerarquiza a los adversarios.
Ya le había ganado bien, en la tercera fecha, el equipo de Floresta. Pero quedaba la sensación de que ese Boca había evolucionado algo en su juego pero eso solo fue un espejismo que duró lo que duró la serie de la Libertadores. Una vez afuera del certamen continental, Boca se arrastró contra Racing y algo parecido ocurrió ante All Boys en Catamarca.
No hace falta hacer grandes producciones para ganarle a Boca. El equipo de Bianchi comete errores infantiles, tanto colectivos como individuales. Es inaceptable que un jugador de la experiencia de Clemente Rodríguez, que viene de hacerse expulsar contra Newell´s en el mejor momento de Boca, cometa ahora un penal al minuto de juego. Así el lateral hace olvidar sus páginas extensas de gloria y le pone el certificado de defunción de su campaña en el club. Gracias por todo pero ya fue. Boca está por encima de los nombres.
Después del gol, Boca intentó con Román como abanderado pero las cosas no salen. No hay un poco de suerte. Pero con ese fundamento no alcanza porque a la suerte hay que ayudarla. Y un equipo con poca profundidad y volumen de juego no colabora con que la fortuna se pose de su lado.
En el complemento, cuando parecía otra actitud, una desatención defensiva tras un centro frontal desde la mitad de la cancha, dejó a Borghello para poner el 2 a 0. Podía ser asunto liquidado pero Ledesma descontó cerca del final para poner un poco de dramatismo. Pero la sensación de cercanía al empate duró poco y nada. En una nueva contra, All Boys clavó el tercero.
Sin excusas, Boca se quedó afuera de un certamen que tiene poco renombre actualmente pero podría ser un atractivo bálsamo ya que lograría la clasificación a la próxima Libertadores. Igualmente pensar en eso, cuando el equipo no es capaz de ganar dos partidos seguidos es ser aventurero.
No obstante, la pálida producción demostró que este equipo necesita una profunda depuración en el plantel. Pero con eso no alcanza. Hay que traer jugadores de jeraquía.

FORMACIÓN: Orión 6; Marín 5, Caruzzo 5, Burdisso 5, Clemente 4 (Erviti); Ledesma 5, Somoza 5, Miño 5, Riquelme 5; Acosta 4 (Di Franco 5), Blandi 5

sábado, 1 de junio de 2013

Morir de pie


En una serie demasiado pareja, Boca se quedó afuera por penales en una definición dramática e infartante. La tonta expulsión de Clemente fue determinante.


En el fútbol se gana y se pierde. Esta vez la suerte fue esquiva. Pero cuando un equipo muere de pie, dejando todo, el dolor se atenua. Por eso, hay que estar orgulloso de este conjunto de Bianchi que peleó hasta el final, aun en inferioridad númerica.
Difícilmente un semestre mal parido desde el vamos podía terminar de otra forma. Un andar paupérrimo en el torneo local y un andar irregular en la Copa, con muchas lesiones de jugadores. En algunos a veces se lesionaba hasta el suplente del titular que también estaba averiado. Así fue la fortuna de Boca, en lo que va de 2013, y así fue el final.
Boca arriesgó demasiado jugando con un 4-4-1-1, dependiendo en demasía de lo que pueda hacer Román, de que Blandi tenga una y la meta, que Sánchez Miño suba o en definitiva en acertar un pleno en alguna pelota parada. Enfrente estaba Newell´s, lejos el mejor equipo argentino del momento.
No obstante en ningún momento de la serie, quedó evidenciado quien era el puntero del certamen y quien era el anteúltimo. En primer lugar, es otro torneo. Y la motivación de Boca cuando de la Copa Libertadores se trata.
Con eso, y una estructura sólida, le bastó a Boca para maniatar el juego vistoso y electrizante que propone el Leproso, que casi nunca pudo hacer su juego. Los 180´ se dieron casi como lo pensó Bianchi –con la excepción del desenlace- y la jugada que fue bisagra del partido. Rondando el primer cuarto de hora del complemento, una buena jugada de Riquelme, derivó en un tiro en el palo de Blandi. En la réplica, Clemente hizo un foul táctico para frenar el contragolpe y se llevó la merecida amarilla. Pero en un segundo de locura, “pecheó” al árbitro Germán Delfino y lo obligó a expulsarlo.
Ahí se terminó el partido del Xeneize en ataque. Bianchi sacó al único punta, Blandi, y metió a Zarate para reforzar la línea de cuatro. El tan mentado gol de visitante nunca llegó. Tampoco el local tuvo muchas ideas para abrir el cerrojo y hubo lugar para los penales, que tantas veces le dio alegría a Boca y a Bianchi. Pero esta vez la suerte no acompañó. Se patearon 13 penales, y la victoria fue para Ñuls, 10 a 9.
Habrá tiempo para hacer un análisis. Habrá que corregir errores. Pero de cara a lo que viene, cuando un equipo llega hasta cuartos de final de un torneo como la Libertadores, y de la forma en la quedó eliminado –sin perder en la serie-, son motivos de orgullo y de esperanza para el semestre que viene. Sin dramatizar, este plantel con algunos retoques, tiene con que afrontar futuros compromisos.

BOCA: Orión 7; Marín 6, Caruzzo 5, Pérez 7, Clemente 3; Erbes 5, Somoza 6, Erviti 6 (Juan Manuel Martínez), Sánchez Miño 5 (Ribair Rodríguez); Riquelme 5, Blandi 5 (Zarate 5)