Lo de ayer fue un bochorno y un paupérrimo
partido de fútbol. El nivel mostrado no fue digno de todo lo que merece un
partido de la historia de los Boca-River. Pero el culpable de fue sólo Boca.
Enfrente tuvo un equipo, que en su momento fue inflado por los medios como si
fuera la versión vernácula del Barcelona y de los Culés solo tiene la manchas
de la pedofilia causada por un equipo magnánimo como el de Messi ante uno que
hasta no hace mucho jugaba en la B, y que en otros momentos se dedicó a pegar
como pocas veces se vio. ¿Cuánta diferencia hay entre la patada de Silva a
Mercado con la de Vangioni a Gago en la ida de la Libertadores? Realmente poca.
Solo el arbitro.
Desde que el amable D´Onofrio tomó la posta
en lugar del rancio Passarella, River fue beneficiado en casi todos los
aspectos de los clásicos. Todo empezó con aquel empate 1 a 1 en Mar del Plata
hace dos años, cuando una plancha de Maidana a Orión provocó el empate de River
y la expulsión del Cata Díaz. Luego se siguió con el lateral doble en Córdoba y
se llego al Pitanazo en la Bombonera.
Parecía algo normal. Simples errores humanos. Pero lo peor estaba por
venir.
En el empate pasado por agua, el por entonces
aclamado River de Gallardo o- el Barcelona de Guardiola o quizás el Milan de
Sacchi o la inoxidable Naranja Mecánica, por aquel tiempo no había diferencias-
enfrentaba al modesto Boca del Vasco. Una expulsión por una mano inexistente de
Gago volcó el contexto del partido, que incluyo rojas obviadas a jugadores de
River y una contra invalidada a Calleri cuando se iba junto a Chavez para
marcar el segundo. Todo estas situaciones irregulares se encapsularon en el
partido según los expertos en un partido accidentado y desnaturalizado por las
condiciones climatológicas, y hasta se llegó a decir que la no suspensión del
partido había favorecido a Boca, debido a la tremenda superioridad que tenía el
equipo de Gallardo. O sea en limpio. El árbitro favoreció a Boca porque no
pospuso el match. Un disparate.
Luego paso lo que todos conocemos. La brutalidad
de los jugadores de River en los duelos por la Sudamericana se substituyó por
la “la personalidad” de los mismos, nuevos próceres de la escuela del paladar
negro. Meses después, cuando un árbitro
decidió usar el reglamento en un superclásico el River de Gallardo se comió la
goleada del siglo.
La serie por la Libertadores fue el principal
ejemplo. Las patadas criminales de Vangioni y Funes Mori a Gago y Pérez,
respectivamente –la primera muy similar a las del sábado pasado en la
Bombonera- no tuvieron el impacto mediático que corresponde. Luego ocurrió la
locura de la revancha y los medios lanzaron su promoción del mito del abandono.
El blindaje mediático que se lanzo para
proteger a River que fue a una hospital donde no hay guardia oftalmógica y para
condenar a Boca. Llama mucho la atención que hablen de abandono los hinchas que
rompieron su estadio para impedir la vuelta olímpica de un modesto equipo de la
B, tres días después que interrumpieron el cotejo de ida para que no le metan
goles y para pegarle a sus jugadores. Es abandono doble. Pero los medios hasta
que juegan con las palabras y ratifican el falso abandono de Boca. ¿Un equipo
que tiene 45 minutos para marcar un gol a otro que no piso el área en los tres
últimos antecedentes en ese estadio iba a abandonar para evitar ese seguro
festejo rival? No tiene ningún tipo de análisis.
La verdad es que tras el descenso River y sus
medios afines intenta equiparar su tragedia de alguna manera con Boca y habla
de la deshonra del abandono. Un abandono que nunca existió. ¿Pero si hubiese
sido cierto puede hablar River de abandonos? En 1928 en la máxima goleada de la
historia por 6 a 0 el capitán de River pidió al arbitro que se termine. Años
después en el primer clásico oficial River abandonó el campo disgustado por un
fallo arbitral. Más cerca en el tiempo en un cotejo de verano la hinchada de
River originó disturbios para culminar la goleada histórica de 4 a 0 en 2002. Y
hay testigos de abandonos de River. Preguntenle a los hinchas de Banfield
cuando la barra brava de River suspendió el cotejo en el Sur cuando perdían 5 a
0.
Insólito que esa gente le hable a otros de
abandonos. No sorprende porque quieren inventar su propia épica. El equipo que nunca quiso jugar el partido,
con la irrupción del soberbio D´Onofrio incluida, que pidió los puntos en una
manifestación a la Conmebol le habla a otros de abandonos. Insolito esto solo
puede pasar con la complicidad de los medios.
Después de todo esto, todo los medios se
razjaron las vestiduras cuando Boca fue favorecido en la final de la Copa
Argentina. Ningun hincha de Boca quedó contento con lo que pasó. Es lo que nos
diferencia de River, que fue a pedir ganar un partido en el escritorio de la
Conmebol. Lo que realmente aterrorizó a los medios no fue la injusticia que
sufrió Central, sino que el favorecido fue Boca. Nadie se preocupó cuando el
perjudicado es el Xeneize.
El fin de semana pasado, Boca jugó mal, pegó
demasiado pero parece que fue el único culpable del dolor de ojos que fue el
Superclásico. Enfrente hubo un equipo que no generó ni una llegada de gol, aun
con dos jugadores más.
Sólo queda mirar para adelante. Aceptar los
errores propios –que son muchos- y aprender para que se no vuelvan a cometer.
Boca tiene los jugadores para salir adelante. Solo tiene que creer y no perder
la humildad. No dejarse llevar por los elogios malintencionados y las críticas
despiadadas que provocan que Boca ande por un tobogán de euforia y luego
desazón pronunciado que da como resultado partidos como el del sábado en Mar
del Plata.