sábado, 20 de abril de 2013

Equipo sin altura



Boca cayó ante Toluca en México por 3 a 2 y ahora deberá enfrentar ni más ni menos que al último campeón de la Libertadores, Corinthians. El conjunto de Bianchi volvió a jugar más y pagó caro sus errores defensivos.



El panorama no podría ser peor de cara a los octavos de final. El equipo que parecía tener una leve mejoría hasta la catástrofe de San Juan, volvió a retroceder y cayó ante Toluca por 3 a 2. Ahora ni más ni menos que Corinthians, un rival de temer, pero lo que más preocupa no es el adversario, último campeón de la Copa, sino que el problema es el propio nivel de Boca. El principal enemigo de Boca es Boca, valga la redundancia.
Un equipo con errores en defensa, de técnica, táctica y concepto, juegue quien juegue en esa línea de cuatro no es garantía de nada. Por eso, por más que se enciendan de una buena vez los delanteros, los horrores defensivos hacen que todo se caiga como un castillo de naipes. Parece que a los rivales no les cuesta nada generar situaciones y tampoco convertirlas en gol.
Hoy Agustín Orión es el único jugador que está en su nivel. Ni siquiera Juan Román Riquelme pero al Diez le basta jugar en cinco puntos para ser uno de los pocos que no aplazan los exámenes. El enganche perdió dos pelotas que derivaron en dos goles. El primero y el último. Pero caer a Román no solo es un error sino que es una blasfemia por lo que dio pero también porque las pocas situaciones de gol que el equipo genera también son culpa suya.
El primer tanto llegó en un contragolpe en que Toluca se aprovechó de la flamante defensa de Boca. Leandro Marín, lateral de los juveniles argentinos anteriores que volvió de ostracismo de la época de Falcioni en la que no jugó ni un solo minuto, tuvo que bailar con la más fea que es Edgar Benítez y por allí vino la primera conquista de los aztecas. En definitiva, el joven lateral no fue un desastre pero tampoco una maravilla, merecería otra chance, porque si eso fuera poco no fue el peor de la defensa. Tampoco el más malo fue Magallán, que debutó como titular en la Libertadores. Pero hubo dos jugadores que volvieron a jugar muy mal, casi por enésima vez desde que llegaron a Boca; Caruzzo y Albín. Uno tuvo culpa en el primer gol y el otro se durmió y no cumplió con la orden que le dio Orión de cubrir el primer palo. Además ninguno dio seguridad en todo el desarrollo del partido.
Un Boca que se arrastraba por la cancha encontró el empate en el momento menos esperado y con el intérprete menos esperado. Leandro Somoza, de cabeza, aprovechó un centro bárbaro de Riquelme y con la complicidad del arquero, igualó. Premio para un jugador de lo más castigados por sus actuaciones, pero que no se esconde más alla de sus ineficiencias tácticas, técnicas y físicas.
El empate debía haber sido una especie de inyección anímica para Boca. Pero salió adormecido, con un comportamiento pasivo y alarmante. No extrañó el segundo gol de Toluca, más allá de la  mano grosera en la mitad de la cancha en el comienzo de la jugada. Lamentablemente tampoco sorprende la pasividad con la que Flavio Santos cabeceó solo y mucho menos que el jugador pasivo que lo habilitó fuera Albín.
Es increíble con lo fácil que le cabecean a Boca, pero eso no terminó ahí. El Xeneize trató de despertarse un poco. Y llegó el empate, gracias a una réplica perfectamente conducida con la paciencia de Roman, que cedió para Blandi quien leyó muy bien la jugada y entregó para que Pol Fernández a la carrera metiera el empate.
El 2 a 2 servía más que nada para la inyección anímica de cara a la etapa decisiva. Quedaba poco tiempo. Pero la defensa de Boca es una obra maestra del terror. Increíblemente nadie cubrió el primer palo, pese a que Orión se lo pidió a sus compañeros (dicen que Erviti debió ocupar ese lugar pero ya había sido reemplazado, de ser así, si el CT no sugirió que alguien lo reemplace en dicha función es un error). Y otra vez Flavio Santos cabeceó solo.
Así Boca perdió la chance de quedar mejor posicionado. Igualmente con el empate en dos goles poco hubiera servido, de todas maneras tendría que ir a Brasil pero a enfrentar a Fluminense. Pero ahora el rival es Corinthians. Tal vez el miedo al ridículo, sirva para que este equipo se una por fin, este atento. La empresa es difícil, tal vez imposible. Pero hasta que no empiece a rodar la pelota, nadie puede sacarnos la esperanza. Porque somos Boca. Y seguramente tampoco en San Pablo se deben haber alegrado con que Bianchi, Riquelme y los suyos tengan que visitar su ciudad.
BOCA: Orión 6; Marín 5, Magallán 5, Caruzzo 4, Albín 4; Fernández 6, Somoza 6, Erviti 5; Riquelme 5; Martínez 5, Blandi 5