domingo, 24 de enero de 2016

La locura de Boca, la impunidad de River y la complicidad de los medios (Primera parte)

Boca perdió el clásico de verano pero el resultado es lo de menos. El equipo volvió a mostrar errores infantiles ante el rival de toda la vida, pegó más de lo que jugó y entró en el juego del rival, protegido por los árbitros y los medios. El Xeneize no sufrió una goleada solo por la incapacidad ofensiva del adversario.

Diez minutos tardó la ilusión del hincha de ver a un Boca distinto al de los últimos tiempos. El equipo del Vasco Arruabarrena volvió a pecar de ingenuo y, pasado de revoluciones, cayó ante River sin atenuantes.
De nada sirve ponerse a pensar que hubiera pasado si los arbitrajes en los duelos coperos hubiesen sido tan estrictos como el de Patricio Lousteau en la noche marplatense. Solo hay que pensar con frialdad de ahora en más y en no cometer errores infantiles. No estamos hablando solo en lo que le debe haber pasado por la cabeza a Jonathan Silva para pegar la patada que pateó –al menos fue a pedirle disculpas a Mercado, cuando Pavón todavía está esperando la disculpa de Vangioni del verano pasado-. La respuesta es simple. Fue un pecado de juventud, influenciada por el ímpetu de demostrar que tiene lo que tiene que tener para jugar en Boca y ganarse la primera ovación. Llegó tarde y el error lo pagó caro. La mayor preocupación pasa por los líderes del equipo.
Tevez se fue del partido con el penal infantil que cometió. El Apache apenas jugó veinte minutos. Ese error lo hizo perderse en la mediocridad general. Poco hizo. Lo preocupante pasa por que un líder de esa característica comete semejante tontería. Quizás no pensó que Lousteau se iba a animar a cobrar el penal, capaz no recordó que la animosidad que tiene este arbitro con el equipo desde aquel partido del Clausura 2011, que marcó la bisagra hacia el descenso de los primos. Desde en ese cotejo, cada vez que puede el referí le cobra todo lo que puede en contra de Boca. Lo que está bien cobrado y lo dudoso. Todo. No perdona una. Lo mismo pasa por el Cata Díaz, más allá de la injusticia que sufrió –Viudez ni siquiera fue amonestado en una jugada similar a la de Peruzzi, que vio roja directa-. El capitán del equipo no puede dejarnos con tres jugadores menos ante el clásico rival.
Hay poco para rescatar como positivo. La firmeza de Tobio fue el único dato alentador. Quizas podramos sumar la polifuncionalidad y sacrificio de Jara o Meli. Alguna pincelada de la categoría de Osvaldo –quien lamentablemente también decidió en pelear más de lo que jugó-. Realmente es muy poco para un equipo que se cree superior a los rivales antes de jugar.
En el último año, Boca perdió ante Racing y San Lorenzo y mejor no hablar de las series coperas con River –hasta la pimienta, Boca no había estado a la altura de las circunstancias-. Otra vez volvió a fallar. Otra vez pequeños detalles le impide sacar resultados positivos. Anoche fueron de los más experimentados y de los más jóvenes. Todos jugaron para que Boca vuelva a Buenos Aires con una goleada histórica. Pero no fue así, porque River fue incapaz de generar situaciones de gol, aun con dos jugadores más.

Lo que es cierto es que más alla de todo lo que pasó en los últimos tiempos. Boca depende de Boca. La impunidad y la suerte de River pronto se va a terminar. Demostró en la cancha que tiene poco y nada. Boca tiene que jugar y aprender de los errores. Meter cuando hay que meter. Pero de forma bien intencionada y inteligentemente.  Material sobra. Falta tranquilidad.

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