No hay
nada para ver o hay poco para resaltar. Pero no hay que dramatizar. Eso Carlos
Bianchi lo sabe bien. Se perdió un clásico, con todo lo que eso significa, pero
es un partido del verano. No obstante cuando el otro equipo vive en la amargura
eterna es lógico que se agrande y se pondere la victoria, más cuando esto
ocurre tres años después de la última vez, y en el medio hay un descenso para
River. Muchas tristezas, y por fin una alegría.
Pero no
estamos acá para hablar del ¿Millonario? Boca no jugó bien, con un andamiaje
lento y cansino por momentos, sin sorpresa, y bastante endeble abajo. Sin
embargo, hay que analizar el partido desde el minuto cero. Y en ese comienzo,
el Xeneize tomó la iniciativa. Parecía que estaba claro quien jugaba la
Libertadores y quien viene de ascender. Pero esa tenencia no se cristalizó en
situaciones claras ni en profundidad. Solo tuvo dos claras, las dos de Silva;
la primera cabeceó solo pero por arriba y la siguiente definió al cuerpo de
Barovero, en la única jugada precisa de Paredes a lo largo del partido. Después
le faltó serenidad para empezar a hilvanar las jugadas, sobretodo teniendo en
cuenta que Lautaro Acosta era el hombre más incisivo de Boca pero no podía dar
el último pase.
Entonces,
River de a poco, empezó a darse cuenta que podía atacar. Y Vangioni no se
apiadó del inexpresivo Sosa, quien indeciso para atacar y manso para defender
fue una invitación constante para el ex Newell´s. De a poco, el dominio pasó a ser del ex
equipo del ascenso. Y esa supremacía se acentuó en el complemento.
A Boca
cada vez se lo notó con menos piernas. Algo esperado para un equipo titular con
un promedio de edad de 28 años (teniendo en cuenta los 18 abriles de Paredes,
queda claro que el Xeneize tiene un plantel longevo, por lo tanto que los
futbolistas estén más duros es hasta lógico). No son excusas, si no detalles
que sirven para desdramatizar la derrota, que llegó en los últimos veinte
minutos.
Ponzio tomó
un rebote tras una contra en la que Boca quedó mal parado pero la había sacado
del área como pudo. No obstante, el volante riverplatense recogió el balón y
con todo el tiempo del mundo se la cedió a Vangioni en una jugada previsible
para todo el mundo menos para Sosa que durmió la siesta y permitió el centro
del otrora Leproso. El balón áereo sobró a Burdisso, tal vez la lesión con la
que terminó sirve como aliciente, y le cayó justo a Mora, que de cabeza, abrió
el marcador.
Era
algo lógico. El mediocampo compuesto por viejitos no tan piolas –teléfono,
Somoza- necesitaba un ingreso que revitalice las fuerzas pero llegó recién
después del gol. El ingreso de Ribair puede parecer poco ambicioso pero
teniendo en cuenta el banco de suplentes con la contaba Bianchi había pocas
alternativas -¿Por qué el “prescindible” Chavez en el banco y no Colazo?- ,
salvo poner a Viatri antes. No obstante fue justamente el recién ingresado
volante uruguayo tuvo la más clara para empatar –desborde de Clemente mediante-
pero definió horriblemente.
El
segundo gol fue algo lógico dentro de un trámite entre un equipo agrandado
mentalmente contra uno golpeado sin reservas ni anímicas ni físicas. Otra vez
Mora. Si bien insistimos que el 2 a 0 no es para dramatizar, y aun si la
ventaja hubiese sido mayor como pudo haber ocurrido en los últimos diez
minutos, no deja de ser un partido de verano sobretodo para Bianchi que nunca
le dio mucha importancia, y no lo va hacer ahora.
No
obstante, hay actuaciones individuales que preocupan como el caso de Sosa y el
de Somoza. No se explica porque insistir con el tucumano cuando está Albín,
lateral de la Sub23 uruguaya y con experiencia en un club grande como Peñarol.
Es cierto no tiene tanta marca, pero tiene más presencia en ataque. Lo de
Somoza se entiende menos. La única explicación que se encuentra es que el
entrenador prefiera por un jugador por experiencia y con liderazgo, pero todas
esas cualidades quedan de lado cuando entra al campo y es pasado como poste, y
cuando recupera una pelota la juega como si sobrara la situación.
Después
el resto, puede ser discutido hay jugadores con nivel bajísimo pero que tienen
condiciones para recuperarse. Caso Ledesma, Erviti o Guillermo Burdisso. Lo de
Paredes es entendible desde el punto de vista de su juventud lo que lo pone
naturalmente en una marea de irregularidad. Lo positivo fue el trabajo en el
primer tiempo de Lautaro Acosta, que complicó más de lo esperado.
SINTESIS
BOCA:
Orión 5; Franco Sosa 3, Caruzzo 5, Guillermo Burdisso 4, Clemente Rodríguez 5;
Ledesma 5 (R. Rodríguez), Somoza 4, Erviti 5; Paredes 5 (Viatri); L. Acosta 5,
Silva 4
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