Boca jugó con suplentes pero la derrota por 3 a 0 ante el Paris Saint Germain fue inobjetable y preocupante.
Que la pretemporada, que los rivales europeos, que esto, que lo otro. Lo único seguro de Boca es que sigue siendo ese equipo del torneo pasado, capaz de perder por cuatro goles en La Bombonera, o capaz de ganarle a equipos como Estudiantes. Luego del empate ante el Arsenal, Falcioni rotó a nueve de los once titulares –solo repetieron Orión y Roncaglia- y el Paris Saint Germain lo trituró con un contundente 3 a 0.
Lo más preocupante fueron las actuaciones de los jugadores que más van a ser utilizados como el arquero y los dos laterales. El ex San Lorenzo falló en el primer gol, al mejor estilo Lucchetti, y luego poco pudo hacer ante los otros dos tantos de los franceses. Roncaglia, que había cumplido en los partidos anteriores, ni siquiera saltó ante la embestida del delantero galo en el segundo tanto. Lo de Clemente fue alarmante otra vez en defensa y no incidió en ataque.
¿El resto? Caruzzo alternó buenas y malas, Sauro mostró personalidad para agarrar la lanza a lo Tota Fabbri en los noventa y provocó una jugada de riesgo que pudo ser el empate en el mejor momento de Boca pero luego su trabajo no fue auspcioso. Al igual que el Pichi Erbes, muy solo en la mitad de la cancha. Colazo, perdió la marca en el gol de la apertura, paso desapercibido en ataque y Chavez hizo lo que pudo. Gracián, termino lesionado, ni se notó en la cancha. Apenas algunos movimientos de Mouche y Araujo que generaron varios revolcones del seguro portero francés cuando el partido estaba 1-0.
En el complemento, Boca se adelantó pero no tuvo profundidad para quebrar al PSG. Para colmo, llegó el tercero con un tiro libre perfecto. El 3-0 parecía exagerado pero fue un premio al conjunto más contundente, el que hizo lo que quiso, porque aún cuando el Xeneize tenía la pelota, la sensación era de que si los parisinos aceleraban, iban a marcar otro tanto. Después del tercero, el combinado argentino se vino abajo definitivamente y no recibió más goles porque el adversario empezó a fallar.
En líneas generales, si el equipo de gala había mostrado signos preocupantes con la salvedad del poder ofensivo liderado por Riquelme, el muleto definitivamente hace sonar la alarma. Los amistosos están hechos para darle rodaje a los jugadores. De nada serviría, ganar estos partidos y perder con Olimpo. La respuesta de si sirvió este tipo de preparación llegará en una semana en Bahía.
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