El adiós del más grande ídolo de Boca pone
fin a la era más maravillosa de la historia del club. La desazón es peor aun
que las derrotas que dejaron a Boca sin Copa y sin torneo.
¿Era
todo? Pregunté, siempre un iluso” dice la canción de los Redondos “Esa estrella
era mi lujo”, ojalá todo sea una pesadilla, pero Román se va de Boca. Tal vez
para siempre. El dolor de no verlo más con la camiseta Xeneize es superior al
ocasionado por la derrota. Es el fin de una era. Aquella que empezó en 1996 y
parece terminar de una forma inesperada.
La
interna del plantel con el cuerpo técnico pudo haber sido la causa pero el
desencadenante es realmente poco claro. Sorpresivo. Porque se da en un año en
que el Diez cuando jugó y las lesiones lo permitieron, lo hizo de buena forma.
Sin alcanzar el nivel de 2007, le alcanzó para marcar el rumbo de un equipo que
apostó por todo y está al borde de quedarse sin nada. Pero vale el esfuerzo.
Pero
eso es otra historia. Esta historia arrancó por noviembre de 1996, el día que
por primera vez Riquelme pisó la Bombonera. Con su juego pausado y elegante
enamoró a toda La Bombonera esa misma tarde. Su primer gol llegó semanas
después en un 6 a 0 a Huracán. Al año siguiente, jugó poco con el Bambino Veira
pero hubo un hecho que marcó lo que se venía. En el último partido de Diego
Maradona, lo reemplazó en el entretiempo y colaboró para que Boca de vuelta el
partido ante River. Un superclásico. Un clásico fue el resultado final, como
casi siempre sucedió.
Pero lo
que lo pone a Roman por encima de otros ídolos fue su participación en las
Copas de la mano de Bianchi. Un juvenil Riquelme le dio brilllo al bicampeonato
del Virrey pero fue en la Libertadores 2000 en la que empezó a tomar vuelo
propio, por encima de otros ídolos como Guillermo y Palermo.
Los
duelos ante River quedaron en el recuerdo. El gol en la ida. El penal en la
vuelta que sentenció la historia. Un tiro desde los doce pasos que fue bisagra
para los dos colosos del fútbol argentino. Uno fue derecho al Paraíso. El otro
empezó a sumar fracasos, mirar con envidia a su archirrival y terminó en el
infierno mismo. ¿Será por eso que lo odian tanto?¿O será la envidia de que él
haya ganado más Copa Libertadores que River en toda su historia?
La
épica no quedó así. Decisivo en los duelos ante el ex Millonario no son tan
determinantes para ganarse el mote del ídolo más grande del equipo más grande
del país. Hubo tantos. No es tan difícil. La epopeya se la ganó en Brasil
primero. Torazo en rodeo ajeno. En la final del 2000 y en la Semi de 2001 ante
Palmeiras –este fue el partido perfecto, gol incluido-. O la victoria sobre el
Real con pase gol incluido, pero sobretodo por como controló el partido debajo
de su suela.
En
2002, el romance tuvo su paréntesis. En Barcelona no tuvo lugar por los caprichos del DT pero en Villarreal
encontró su segunda casa futbolística, metiendo al modesto equipo español en semifinal
de Champions League. Luego recuperó su lugar en la Selección; fue líder del equipo albiceleste que mejor jugó en la era post Maradona en un Mundial, fue reemplazado cuando una
asistencia suya ponía a Argentina, por primera vez entre los cuatro mejores del
mundo después de 16 años. Pero el empate alemán arruinó los sueños. Los envidiosos de siempre le echaron la culpa a Riquelme.
La gran
Copa América del año siguiente y la actuación en las Eliminatorias –en ambos
torneos fue el goleador de la Selección, aun después de su salida tras el conflicto con Diego- no sirvieron para acallar las críticas
mal intencionadas. Tampoco la medalla dorada en los JJ. OO. La envidia mata. La Selección sin Román estuvo a punto de quedarse afuera de Sudáfrica 2010.
Pero en el patio de su casa, como el llamó a la Bombonera, volvió a vivir. La maravillosa producción en la Libertadores 2007 como artillero
del campeón, con ocho tantos –tres convertidos en la serie final ante Gremio-
lo catapultaron definitivamente al sitio de ídolo máximo. Algo que quedó demostrado tras la ruptura con Maradona, en el que el hincha común, lo puso como ídolo máximo.
Los títulos locales de 2008 y de 2011, ambos sin Palermo en cancha, ratificaron esta cuestión de máximo superhéroe Xeneize o Bostero. Por las copas, por los títulos, por los superclásicos, por todo esto; Roman es para Boca, lo que Maradona para la Selección. El mejor de todos. El ídolo. Pasan los años, pasan los jugadores, y es verdad Boca seguirá en pie gracias a su gente. Pero no habrá ninguno igual. Pero algún día, alguien preguntará por él. Y todos diremos “que Román fue el más grande”. No será el único héroe de este lío, hubo otros, pero él sencillamente fue el más héroe de todos.
Los títulos locales de 2008 y de 2011, ambos sin Palermo en cancha, ratificaron esta cuestión de máximo superhéroe Xeneize o Bostero. Por las copas, por los títulos, por los superclásicos, por todo esto; Roman es para Boca, lo que Maradona para la Selección. El mejor de todos. El ídolo. Pasan los años, pasan los jugadores, y es verdad Boca seguirá en pie gracias a su gente. Pero no habrá ninguno igual. Pero algún día, alguien preguntará por él. Y todos diremos “que Román fue el más grande”. No será el único héroe de este lío, hubo otros, pero él sencillamente fue el más héroe de todos.
muy pero muy bueno gaby te pasastes !!!!!! no soy de boca .. pero la verdad muy detallado y muy expresivo el relato... me encanto
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